Actualidad
Por Roberto Gaete , 24 de septiembre de 2020

¿Qué más debe pasar para cambiar?

Patricia Breit con mascarilla reutilizable de su marca, Lugonia.
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“Debemos educar al consumidor para que sea consciente y responsable”, dice Patricia Breit de Lugonia, en su primera columna para el Diario Sostenible.cl

Hoy consideramos la “mascarilla” como parte de nuestro vestuario y de uso obligatorio. Distintas telas, colores y diseños; corporativas, personalizadas, estampadas, con nano tecnología de cobre, etc. Cuando comenzó el dilema de usar sólo mascarillas certificadas y desechables, hubo quiebre de stock a nivel nacional, en menos de una semana… El consumo fue masivo, las empresas se abastecieron con la necesidad de proteger al personal para el funcionamiento de sus operaciones. 

Pero el desabastecimiento, la cuarentena y cordón sanitario obligó a las empresas de distintos tamaños a consumir localmente. Frente al dilema ético de que ninguna mascarilla excepto las certificadas podían proteger, existía esta inminente necesidad de usar mascarillas de cualquier tipo teniendo los cuidados indicadas por el fabricante; el uso correcto y lavado.

Muchos microempresarios del rubro textil, con redes de confeccionistas, comenzaron a fabricar para cubrir la necesidad existente. Fue una “Fuente Económica Local” a tal nivel que generó empleo desde casa a muchas familias que estaban en la incertidumbre total. Se formaron alianzas colaborativas entre microempresarios del mismo rubro; convenios con grandes empresas, demostrando que la producción local está en un alto estándar en cumplimiento y calidad; una cadena de valor virtuosa del bien común. Fue sin duda un piloto de consumo responsable, de RSE y fomento a la economía local muy importante. Pagos oportunos, dinamizando los flujos de caja de microempresas que muchas veces son motivo de quiebra; en fin. Todo bien hasta ahí. Pero este escenario cambió, cuando llegaron nuevamente a invadir las importaciones “baratas” de las desechables. 

La producción local utilizó materia prima reutilizable, otro punto a favor. Una de ellas, es la tela no tejida, TNT, que permite ser lavada al menos 50 veces o más. Otras, son de telas tejidas como el algodón, taslan, gabardinas, etc., que permite 500 a 800 lavados. ¿Por qué entonces, no preferirlas si con esto ayudamos a “disminuir la basura” entre 50 a 800 veces? 

El uso de desechables se justifica en ciertas operaciones de algunas empresas, pero no en todas. ¿Están siendo responsable de este consumo compradores y usuarios? Si llevamos esto a “costos por uso”, que no es lo mismo que los costos por unidad, vendrían siendo las reutilizables 10 a 200 veces menor al de las mascarillas desechables.   

La clave está en la decisión de compra. Si ponemos en la balanza y decidimos entre una y otra, lo más cómodo son las desechables v/s el costo por uso; al elegir reutilizables, ahorro recursos, ayudó a tener un planeta menos contaminado y genero impacto social y económico local.

Si esta pandemia aceleró la transformación digital, ¿qué más debe pasar para acelerar la trasformación de un consumidor / usuario consciente y responsable? Nuestras prácticas deben cambiar, desde la comodidad de seguir tal cual, hacia la voluntad de hacer cambios educándonos de verdad en temas de sostenibilidad. 

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