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Por Claudia Vargas García , 11 de febrero de 2022El enfoque regional de Banca Ética para impulsar el agro
En 2021, Banca Ética movilizó recursos por más de $12.677 millones para empresas relacionadas con los sectores de sistemas alimentarios, energías renovables y consumo y producción sostenibles. En concreto, se apoyó con financiamiento a más de 569 agricultores.
Tras la solicitud de la licencia bancaria ante el regulador chileno -la Comisión para el Mercado Financiero-, la Banca Ética diseña su plan de operaciones para seguir expandiendo su capacidad económica transformadora en los sectores clave definidos en su estrategia de inversión (Educación y Cultura, Desarrollo Social y Medio Ambiente).
Y es así que la proyección es abrir oficinas en las capitales regionales; primero, para favorecer el encuentro humano y segundo, para poner énfasis en las necesidades particulares que tiene cada territorio.
Ese es el caso del agro, que, si bien es una actividad que se desarrolla en gran parte del país, se concentra en la zona centro sur y hacia el norte considera la región de Coquimbo y otros territorios más específicos en rubros.
Al respecto, el Responsable de Impacto Nacional y Ecosistema de Banca Ética, Gerardo Wijnant, explica que desde Coquimbo hacia el norte nos encontramos, sobre todo, con producciones frutales y otro tipo de productos agrícolas. Luego, se concentra un porcentaje importante del agro en las regiones de O'Higgins, El Maule, Ñuble, Los Ríos y Los Lagos con distintos tipos de cultivos como los frutos secos, arándanos, cerezas y, por supuesto, la industria vitivinícola, entre varios otros.
En una actividad reciente, Wijnant pudo constatar in situ las necesidades de financiamiento que tienen las organizaciones. Dice que en muchos casos obedece a factores como la estacionalidad.
En ese sentido, comenta que organismos como ProChile, FIA, Odepa, Transforma Alimentos, además de otras organizaciones públicas y privadas, están poniendo sobre la mesa la temática de la sostenibilidad, cuestión en la que nombran como ejemplo a la Banca Ética.
Atender de acuerdo a las necesidades
Una de las características de la Banca Ética es trabajar los sectores que se abordan con expertos que entienden el funcionamiento intrínseco de éstos.
En palabras de Gerardo Wijnant, eso permite estructurar financiamientos de acuerdo con las particularidades de cada sector. En el caso del agro, como se dijo, la estacionalidad es uno de estos condicionantes.
Pero más allá de esto que coloquialmente se denomina como un traje a la medida, el también responsable de Impacto Nacional de Banca Ética dice que el empeño hoy es apuntar a las regiones en donde se desarrolla esta industria y acompañar procesos de transformación, porque todavía hay muchas organizaciones y empresas que trabajan con una lógica tradicional, pero que necesitan, entienden o quieren avanzar hacia modelos más amigables con el medio ambiente.
A modo de ejemplo, cuando se compra una cartera de deudas de una empresa que desea hacer una reestructuración de sus pasivos, se pueden encontrar todo tipo de situaciones, pero a partir de hacerse cargo de sus compromisos de deuda, la condición es transitar hacia financiar proyectos acordes con principios de sustentabilidad y cuidado del medio ambiente.
El problema del acceso al agua
A las empresas del mundo agrícola se les acompaña para aspectos como mejoramiento de riego, eficiencia energética, transformaciones a prácticas biodinámicas, agroecológicas, orgánicas y regenerativas, entre otras
Pero un problema que hoy enfrentan y que es sumamente complejo es el efecto del cambio climático. Y en esa línea deben lidiar con la provisión de agua.
Wijnant explica que hasta hace un tiempo no se preguntaba por la provisión de agua, sin embargo, hoy es parte del análisis de riesgo porque el acceso está siendo bastante irregular en algunas zonas y eso afecta la producción o incluso puede llegar a comprometer la sostenibilidad de un proyecto.
Cabe señalar que, en 2021, Banca Ética movilizó recursos por más de $12.677 millones para empresas relacionadas con los sectores de sistemas alimentarios, energías renovables y consumo y producción sostenibles. En concreto, se apoyó con financiamiento a más de 569 agricultores.
Respecto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por ONU, se impactó con estos recursos para impulsar: hambre cero, producción y consumo responsable, energía asequible y no contaminante, cambio climático y vida de ecosistemas terrestres.