Columna de Opinión
Por Roberto Gaete , 20 de mayo de 2021El té como factor clave del desarrollo regenerativo
En esta columna, la fundadora de Kombuchacha, María Prieto, releva el valor del té en nuestro país, que lo convierte en el mayor consumidor de Latinoamérica, con una ingesta per cápita de 330 tazas al año, cifra que además se proyecta al alza.
Es la bebida más consumida del mundo, después del agua, y se remonta a tiempos milenarios en países como China, donde su existencia data de hace más de 5.000 años. Hablamos del té, que hoy se ha posicionado como un infaltable en la rutina de las personas a nivel internacional y por supuesto también en Chile. De hecho, recientes estudios han reflejado que nuestro país su mayor consumidor nivel latinoamericano, con una ingesta per cápita de 330 tazas al año, cifra que además se proyecta al alza.
Ese dato, y la alta demanda asociada, invitan inevitablemente a preguntarnos, ¿qué hay detrás de su producción a nivel mundial? Lo cierto es que más allá de su sabor, aroma e impactos positivos para la salud, el té juega un rol fundamental para el desarrollo de comunidades en torno a uno de los cultivos agrícolas de mayor demanda mundial. En palabras de la ONU, “la industria del té es la principal fuente de renta e ingresos de exportación para algunos de los países más pobres y, al ser un sector con un elevado coeficiente de mano de obra, genera puestos de trabajo, en especial en zonas remotas y desfavorecidas desde el punto de vista económico”. Del mismo modo, asegura la entidad, impacta directamente en el desarrollo rural, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, al ser uno de los cultivos comerciales más importantes.
Así, la producción y elaboración de té repercuten directamente en cuatro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que señala la ONU: reducción de la pobreza, lucha contra el hambre, empoderamiento femenino y uso sostenible de los ecosistemas terrestres. Por ello es tan relevante que, quienes estamos vinculados a la industria del té, tengamos especial cuidado con la trazabilidad, el origen de la hoja y la relación con todos los actores involucrados en la cadena, velando porque sea una dinámica justa y de total respeto por quienes la cultivan y extraen desde la naturaleza. Estos resguardos se vuelven todavía más relevantes en vista de las proyecciones. De acuerdo a lo señalado por la FAO, la producción mundial de té negro aumentará anualmente en un 2,2 por ciento en la próxima década, para llegar a 4,4 millones de toneladas en 2027. Por su parte el té verde crecerá a un ritmo aún más rápido, del 7,5 por ciento anual, llegando a 3,6 millones de toneladas en 2027.
Dentro del desarrollo de Kombuchacha esta es una materia crucial. Como empresa regenerativa, que asume el compromiso de regenerar la salud de las personas, las comunidades y el planeta, cuyo producto se elabora en base de una infusión de té, hemos definido altos estándares a la hora de conocer el origen de las materias primas y velar porque cada botella o lata que termina en la casa de algún chileno, tenga como esencia y té de raíz justa y que haya sido correctamente retribuido a alguno de los pequeños agricultores que produce el 60 por ciento del té del mundo.
Nuestra invitación, por tanto, en el mes en que se conmemora esta bebida milenaria es, por una parte a los consumidores a preguntarse sobre el producto que están prefiriendo, su origen, calidad y aporte al desarrollo sostenible. Y por la otra, sin duda, a las empresas, para que se sumen a la cruzada y logremos que la cadena de valor del té sea sustentable en cada una de las etapas, tal como decimos nosotros, desde el campo a la mesa.