Columna de Opinión
2 de diciembre de 2024 | 15:16COP29: la COP de la (in)acción climática
Una crítica reflexión del coordinador de "Camino a la COP29" de Uno Punto Cinco, Felix Stadelmann y el coordinador del Programa de Transición Socioecológica de Fundación Heinrich Böl, Rodrigo Astorga.
La COP29 concluyó a las 05:31 del domingo 24 de noviembre, tras extenderse 35 horas más de lo previsto.
Durante las negociaciones, marcadas por el abandono de delegaciones de países vulnerables y críticas globales al lema "ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo", la incertidumbre reinó hasta el último momento. Finalmente, el acuerdo se adoptó apresuradamente, sin espacio para objeciones.
En un contexto global complejo y bajo una cuestionada presidencia azerbaiyana, los consensos parecían imposibles. Sin embargo, el acuerdo alcanzado representa un retroceso en términos de ambición climática, algo inaceptable en un momento que exige acciones urgentes.
Este débil resultado posterga las expectativas hasta la próxima COP, perdiendo un año crucial en la lucha contra la crisis climática.
El principal logro fue la aprobación de un Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo de financiamiento climático, pero su alcance es limitado. Los países industrializados se comprometieron a aportar US$300 mil millones anuales hasta 2035, una cifra lejana a los US$1,3 billones anuales que, según expertos, los países en desarrollo necesitarán para enfrentar la crisis y mantener vivo el objetivo de 1,5 °C.
Además, este financiamiento incluye préstamos, aumentando la deuda de países vulnerables que ya soportan las consecuencias del cambio climático.
Este resultado no solo carece de ambición, sino que ignora la responsabilidad histórica de los países desarrollados. No refleja el espíritu del Acuerdo de París ni aborda las necesidades urgentes de los países en desarrollo.
Aunque el año pasado se logró un avance histórico para abandonar los combustibles fósiles, esta COP no consolidó ese progreso. Era crucial enviar un mensaje claro antes de que los países presenten en febrero sus NDC actualizadas, pero la oportunidad se desperdició. Sin compromisos sólidos para reducir emisiones ni transitar hacia energías renovables, se debilita el camino hacia la neutralidad de carbono.
Otros debates también reflejaron la falta de ambición. La renegociación del Plan de Acción de Género eliminó términos clave como "interseccionalidad" y "diversidad" para llegar a un consenso.
Temas cruciales como la transición justa, la evaluación de planes de adaptación o el programa de mitigación quedaron sin avances concretos.
El único éxito significativo fue el acuerdo sobre mercados de carbono, que pone fin a una década de negociaciones. Este mecanismo permitirá a los países comerciar reducciones de emisiones, movilizando financiamiento hacia quienes tienen mayor potencial de mitigación.
Sin embargo, persisten críticas sobre su impacto en comunidades locales e indígenas. Es imprescindible que parte de los ingresos generados beneficien a los territorios donde se implementen proyectos.
La COP29 debilitó la acción climática en un momento crítico. La crisis climática demanda reformas urgentes en el proceso de negociación global para evitar que conflictos geopolíticos y el lobby fósil continúen frenando avances.
El próximo año, la COP30 en América Latina ofrece una oportunidad histórica para retomar la ambición perdida. Desde los diversos territorios de la región, se puede impulsar un diálogo transformador sobre justicia climática. Es esencial que esta conferencia regrese a un país democrático donde la sociedad civil pueda participar plenamente y ser escuchada.
Con el calentamiento global superando el umbral de 1,5 °C durante todo un año, no podemos rendirnos. Cada décima de grado cuenta. Ahora, más que nunca, debemos actuar con decisión para asegurar un futuro viable para todos.