Columna de Opinión
Por Roberto Gaete , 24 de diciembre de 2020La innovación social y sus ecosistemas
El ingeniero en ejecución en Administración de Empresas y master (c) en Innovación Social y Economía Solidaria, Luis Cárdenas, dice que "no se concibe un proceso de innovación social sin la participación de los agentes comunitarios".
La versatilidad de la innovación social ha permitido que sea un elemento fundamental a la hora de estructurar la composición de las diversos modelos que tendrán aplicación como estrategias o políticas de acción institucional, en los diferentes ámbitos de la sociedad; ya sean a través de entidades sociales, públicos o privados. Lo anterior, reafirma la importancia sobre los momentos de transformación que vive nuestra sociedad a nivel global; eso significa que no se concibe un proceso de innovación social sin la participación de los agentes comunitarios.
Desde una perspectiva sistémica, la innovación social ha permeado diferentes disciplinas y ha interconectado campos disímiles como la antropología urbana, la sociología, la economía, el urbanismo, la tecnología, la gobernanza democrática, entre muchos otros; que permiten una mirada con inclusión multifacética propiciando concepciones y enfoques éticos y valóricos para una nueva forma de configuración de las relaciones sociales.
En la práctica, cuando este entramado se conecta, se evidencia la potencia creadora y los diversos efectos que estos generan en las comunidades, no sólo desde una perspectiva socio económica que es parte de la mirada regular desde la clásica institucionalidad; por el contrario, se logra la anhelada cohesión social, ese vínculo tan importante para el desarrollo humano, que no sólo entrega una relación de solidaridad, colaboración, empatía entre sus miembros; sino que también permite establecer la unidad de articulación para el fortalecimiento democrático de los territorios y un complemento estratégico para el verdadero desarrollo de sus colectividades.
La Unión Europea entendió hace bastantes años la importancia de la Innovación Social como un eje transversal para desarrollar políticas públicas comunitarias, destinando una gran cantidad de recursos económicos para la creación de agencias, fondos de inversión y desarrollo, programa de investigación, proyectos académicos de estudios especiales y plataformas de difusión, que son algunas de las iniciativas que han permitido la profundización y focalización de recursos en espacios de alta sensibilidad que no estaban siendo adecuadamente atendidos como los jóvenes, los ancianos, los inmigrantes o los colectivos excluidos; pero también para la protección de los ecosistemas, el desarrollo urbano equilibrado y el desarrollo rural sostenible, potenciando la agricultura regenerativa y promoviendo la economía solidaria.
En nuestro país, el centralismo exacerbado, la tradicional burocracia estatal, la ausencia de agencias y programas integrados sectorialmente, las escasas políticas públicas en su mayoría diseñadas desde Santiago y sin la participación de los ciudadanos desde los territorios; son algunas de las tantas causas que impiden el florecimiento de la innovación social que el Estado debería empujar.
En tiempos convulsos, de cambios políticos, sociales, de una pandemia en curso y de una crisis económica que nos acecha; pareciera ser el momento propicio para derribar los viejos paradigmas que nos sostienen anclados e inertes frente a las grandes transformaciones que nuestra sociedad chilena requiere.
La innovación social es parte de un engranaje no explorado en nuestro país y junto a los nuevos modelos económicos colaborativos, la banca ética, la economía circular, la economía verde, la economía social y solidaria, la economía del bien común, entre otras emergentes; generan un ecosistema único, alternativo o complementario al cuestionado sistema capitalista.
Autor:
Luis Cárdenas Mayorga
Master (c) en Innovación Social y Economía Solidaria