Columna de Opinión
Por Roberto Gaete , 10 de enero de 2022Avancemos hacia una economía verde
El ingeniero en ejecución en Administración de Empresas y master en Innovación Social y Economía Solidaria, Luis Cárdenas, nos habla en esta columna del necesario tránsito hacia una economía distinta, y con sentido.
El vertiginoso tránsito de la sociedad contemporánea ha expuesto de manera categórica la fragilidad sobre el cuál hemos cimentado nuestra formas de vida. Enfrentamos una crisis climática de alta magnitud, según el contundente informe científico sobre cambio climático elaborado por la IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), llevamos 2 años de Pandemia (COVID-19) con efectos multisistémicos globales; atravesamos una crisis migratoria sin precedentes, que según el último informe de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) estimó que el año 2020 cerca de 89 millones de personas estaban en situación de desplazamiento por diversas circunstancias; y por otra parte, la Universidad de Cambridge en su reporte anual de estado de la democracia a nivel global, ha observado un deterioro importante del sistema democrático en diversos países del mundo: crisis de legitimidad institucional, corrupción, colusiones, vínculos endogámicos entre política y negocios, desigualdad social, son algunos de los fenómenos que bien conocemos en nuestro país y que fue el germen del estallido social del 18/10.
Sin embargo, el cuestionamiento circundante va más allá y tiene que ver con el modelo económico predominante y los efectos que este genera en el orden social y la interdependencia sistémica que subyace a ella. Así, el capitalismo produce mecánicamente desigualdades estructurales que son insostenibles, alta concentración de la riqueza, asimetría de poder económico, obsesión del crecimiento económico lineal sobre recursos limitados, agotamiento y degradación del capital ecológico, monopolización de las nuevas tecnologías, sistema especulativo financiero, degradación de la confianza institucional y perdida de cohesión social, son sólo algunos de los efectos que están generando un verdadero colapso estructural y que se manifiestan en una evidente descomposición del sistema neoliberal.
Actualmente, los diversos enfoques económicos se construyen sobre nuevos paradigmas de valor, como dignidad humana, sostenibilidad ambiental, cooperación, solidaridad, altruismo, entre otros. Parte de este nuevo ecosistema de economías alternativas que buscan atenuar los efectos del capitalismo y los abusos y excesos del mercado, emerge la Economía Verde, la que se plantea desde una perspectiva de desarrollo sostenible y erradicación de la pobreza como un mecanismo integral y práctico de trabajo a través de políticas de inversión que busca incentivar los sectores verdes y cambiar los sectores hostiles con el medio ambiente. Este programa fue lanzado por las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en el año 2008 y posteriormente se incluyo en la agenda de Rio+20 de 2012.
La Economía Verde se concibe entonces; como un modelo económico que busca mejorar el bienestar humano y alcanzar la equidad social, mediante la reducción significativa de los riesgos ambientales y el uso sostenible de los servicios ecológicos, con bajas emisiones de carbono, eficiente en el uso de los recursos y socialmente inclusiva.
La transformación de nuestros modelos productivos es fundamental para transitar hacia una economía verde, el cuidado medio ambiental es un asunto de justicia prioritaria, la sostenibilidad ecológica debemos entenderlo como el principal activo para el bienestar humano y un desarrollo económico inclusivo. De esta manera la economía verde planta sus lineamientos estratégicos sobre la base de reducir la presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad, reconoce el valor del capital de los bienes naturales comunes como elemento sustancial para enverdecer la economía y provocar consecuencias positivas sobre la generación de empleos, el crecimiento del desempeño económico, empleo digno y reducción de la pobreza; ello, particularmente, porque los efectos sobre los bienes naturales tiene una vinculación directa con los sectores más vulnerables, por tanto, la protección y la restauración del capital natural son fuentes primordiales para lograr estos objetivos. Igualmente, complementarias son la innovación tecnológica y la innovación social desde una perspectiva amplia y democrática, la incorporación de las energías renovables y la eficiencia energética en los procesos productivos, la electromovilidad y la sustentabilidad urbana, son todos componentes de primer orden para lograr una ecoeficiencia en el enverdecimiento de la economía.
La transición hacia una economía verde requiere de un compromiso colectivo profundo, la formulación de políticas públicas adecuadas, inversión pública y privada verde, marcos regulatorios sólidos y eficientes, eliminación de subsidios de los combustibles fósiles, instrumentos de mercado que permitan estimular la inversión verde y la innovación, un sistema nacional de compras públicas verdes que fortalezca los mercados de bienes y servicios sostenibles; incentivos fiscales para la promoción de inversión en la economía verde, aplicación de impuestos para quienes destruyen capital ecológico y estímulo para quienes ahorran capital ecológico. De esta manera la huella ecológica debe ser incorporada como un indicador efectivo sobre la capacidad de pago de estos impuestos.
La esperanza de un nuevo ciclo político que se construye desde una nueva constitución para nuestro país, un nuevo Gobierno, que entiende la importancia de los cambios de paradigmas globales y los efectos que han generados las actividades antrópicas en nuestros territorios, nos deben movilizar hacia un nuevo modelo económico que actué dentro los límites planetarios; un proyecto de futuro sustentable inclusivo, requiere de una amplio acuerdo político, social, ambiental y económico, que supere la dicotomía existente y avancemos hacia una sociedad sustentada en el respeto a los umbrales ecológicos, el bienestar humano, la prosperidad y la equidad social.