Columna de Opinión
Por María Sofía Opazo Mora , 4 de febrero de 2022

Parcelaciones: "Pueden provocar un colapso en los ecosistemas"

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Juan José Irarrázaval, ingeniero forestal, analiza el impacto negativo que están dejando los proyectos de parcelas en el sur y otras zonas de Chile.

A medida que nos adentramos en el componente genético de la biodiversidad, podemos decir que las parcelaciones, sus construcciones y caminos, pueden provocar el colapso de nuestros ecosistemas en el mediano y largo plazo.

La diversidad genética de las poblaciones vegetales dentro de un ecosistema proporciona la base para la adaptación y resistencia al estrés en un entorno cambiante, por lo que es esencial para la supervivencia de los bosques a largo plazo. La alta variabilidad genética permite que la selección natural provoque la adaptación; aumenta la probabilidad que algunos individuos de la población sean capaces de adaptarse a las nuevas condiciones ambientales y tengan éxito, sobre todo en el escenario actual, donde el cambio climático les exigirá adaptarse a una velocidad sin precedentes en la historia reciente.

Para construir y adentrarse en el bosque, se está “limpiando” el sotobosque y la regeneración natural, dejando árboles adultos en pie. Los árboles en pie que no mueran producto del brusco cambio de condiciones a las que son expuestos, eventualmente, en 50 o 100 años más, caerán. Quiénes los reemplazarán? La descendencia natural de este bosque (si es que existe), vendrá con un material genético 50 o 100 años atrasado; se encontrará de golpe con un ambiente diferente, para el cual su información genética no estaba escrita. En un ecosistema sano, este proceso de adaptación es paulatino; hoy tiene decenas de miles de plántulas regenerando, y, pequeñas diferencias entre ellas, determinarán cuales van siendo las mejores adaptadas para dejar descendencia. Una pequeña diferencia adaptativa hoy, puede ser una gran diferencia a futuro.

Por otro lado, al haber menos padres y madres producto de la selección hecha hoy (los árboles que se están dejando en pie), las semillas a partir de las cuales se regenerará el bosque tendrán mayor probabilidad de ser emparentadas, lo que desencadenará una depresión endogámica, que se traduce en una pérdida de aptitud biológica o “fitness”. 
La pérdida de adaptación producto de la pérdida de variación genética, hace más inviable la supervivencia de un ecosistema en el largo plazo. Esto ocurre básicamente porque hay una mayor homocigosidad, lo que facilita la expresión y perpetuación de genes perjudiciales, alelos letales (que provocan la muerte) y deletéreos (disminuyen la capacidad de sobrevivir) que, en un ecosistema sano, tienden a ser purgados y disminuidos por una mayor eficiencia de la selección natural.

Lo complejo, es que estos efectos no son inmediatos pero sí inevitables una vez que pasa lo que está ocurriendo actualmente.  Tenemos que curar nuestra miopía y ser capaces de ponernos en escenarios futuros, por el bien del planeta que heredarán las futuras generaciones.

AUTOR: Juan José Irarrázaval, es ingeniero forestal, fundador y jefe de gestión de proyectos de una empresa dedicada a la transformación de jardines en ecosistemas nativos y granjas, reforestaciones y restauración de bosque nativo, educación ambiental y paisajismo nativo. También desarrolla proyectos de autosuficiencia y sustentabilidad.

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